domingo, 15 de julho de 2007

"Un siglo de olvido"

Queridos todos, entusiasmada con vuestro empujón, aqui van unas líneas del nuevo romance, aún no editado, que será todo un ¡¡¡exito de ventas!!!, con todas las faltas ortográficas y demás errores que quiero me vayáis corrijiendo...
«Muchos años antes de que empezara la guerra civil, ya en la capital de León, a Hermínia le tocaba preparar las maletas para una época más en Galícia. Tere, Gary y Lolo no paraban de chillar y corretear por el pasillo de la casa en la calle de Renueva. Celestino Fermoselle, salía del cuartel de San Marcos cerca de las seis de la tarde. Aún tenía tiempo de oir misa en la catedral a las seis y media. Por la mañana, bien prontico, cojerían el tren para Puenteareas.
Del ejército de caballeria iban tres alférez y el capitan con sus famílias. Los vagones eran incómodos y, de vez en cuándo, sobretodo cuándo el tren paraba, se oía el relinchar de los caballos. En el último vagón, los seis percherones sementales adivinaban impacientes el destino que les esperaba en Pontevedra. Allí, todos los años, entre Marzo y Mayo, los creadores de caballos que lo solicitasen, tenían la oportunidad de llevar sus yéguas para la recria. Las famílias de los militares tenían dónde quedar en las casas que les reservaban durante ése tiempo. Los hijos irían al parvulário o a la escuela local. A Tere, ése año, le tocó hacer la primera comunión allí y fué su madre la que le hizo el vestido, a élla y a la hija de la dueña de la casa donde se hospedaron.
(...)
En Serranos, cerca de la catedral, Lolo y sus amigos cocian en la chocolatera de hierro, los trozos de plomo que se habian encontrado en el desguace. Su hermana Gary rondaba por allí. Cuándo aquéllo se deshacía lo pasaban por el colador y caían por el otro lado pequeñas bolitas, como perdigones. “¡Ya tenemos balines!”, decían. Para qué los querrían, se preguntaba Gary. Su madre, al entrar en la cocina, se hechó las manos a la cabeza y se lamentó: “¡Pero hijo, ya me has destrozado otra chocolatera!”»

8 comentários:

Lito disse...

Tienes madera querida prima.
Solo deja que te sugiera una cosilla:
¿Qué te parece si cambiamos las bolitas de acero por bolitas de plomo (perdigones)? Se ajustaria más a la realidad, y además poco acero podrás fundir tú con medios caseros.
Pero sigue sigue, que lo estás haciendo genial.
Un beso preciosa

Frank Cisco disse...

Yo creo que el tema del acero era una metáfora. La idea era transmitir el estado en que quedaban las chocolateras: reducidas "a cero".
Bien Anabel!

Lito disse...

Bueeeeeeeno, como quieras.
Pero conste que aún conservo los perdigones que mi padre hizo de niño... y SON DE PLOMO!!!!
(Como yo, je je)

Margot disse...

Estupendo Anabel!
Sigue con "as estórias da história" - "Stories and history".
Pude que tenga tiempo para contribuir con algo...

Anabel disse...

Ya está correjido:lo de los perdigones, al final, eran de plomo. Lito, pregúntale a tu padre donde iba él a por el plomo, porque lo del desguace... me lo he inventado. Gracias.

Margot disse...

Creo que deshacia bisagras....

Lito disse...

Bisagras??? Bisagras de plomo???
¡¡¡ Yo a mis primas me las cargo !!!
Ya le preguntaré a mi padre, porque lo del desguace... más bien pienso yo que toda España era un desguace en aquella época.
En cualquier caso lo que tenemos que lograr es que mis padre, y el resto del clan participen directamente en esta página.
Un beso a todos.

Lito disse...

Por cierto, mi padre no recuerda muy bien de dónde sacaba el plomo, pero con toda probabilidad lo extraía de las tuberías. En aquella época era muy frecuente el uso de este material en las acometidas de los hogares.